Recojo el ancla y me lanzo a pedir ayuda.
Es la primera vez que cuento lo que siento acerca de aquel día. Hace poco fue
nuestro aniversario y sentí que no tenía nada que celebrar. A veces necesito de
algún ansiolítico que me haga dormir, pero ese recuerdo sigue presente en forma
de pesadilla y el paso del tiempo, en lugar de borrarlo, lo ha convertido en un
mar sin orilla.
La psicóloga me ha recomendado que escriba
todo esto, lo que pienso, lo que siento, lo que me duele... En definitiva, que
lo saque, que me desahogue. Dice que me ayudará, pero también dice que las
respuestas están en mí y sólo yo puedo encontrarlas. Lo siento, pero tengo
prisa; necesito pasar página ya para no hacer esta bola cada vez más grande.
Nunca he necesitado a nadie y si alguna
vez me ha dado esa impresión he sido lo suficientemente inteligente como para
dar dos pasos atrás antes atarme a una deuda social o sentimental, pero esta
vez creo que esta vez me veo obligada a pedir auxilio o, por lo menos, un poco
de atención. Si alguien ha pasado por algo parecido (espero que no por lo
mismo) o puede arrojar un poco de luz sobre lo que hizo Héctor, por favor, que
me lo haga saber. Agradecería atisbar algún faro, aunque fuera a lo lejos.
Vamos a navegar contigo. Hemos arrancado un podcast rescatando tu historia para ver si entre todos puedes salir a flote. Nos puedes escuchar en https://www.ivoox.com/podcast-rescatando-historias_sq_f1683619_1.html
ResponderEliminarY no olvides que cuando alguien no puede cargar más con un problema, lo mejor es reírse de él; no lo soluciona, pero lo hace más llevadero.